Voy a romper una de las promesas que me hice al abrir esta bitácora, para mencionar cierto tema. Mantendré la de no cabrearme ni ponerme a gritar (metafóricamente hablando) aquí.Hoy es el Día Nacional (también lo llaman del Pilar, del Descubrimiento, de la Hispanidad, de la Raza, etc.). El caso es que el líder de uno de los grandes partidos políticos ha instado a sacar banderas españolas este día. En la intención no entro, pero el resultado no puede ser más perverso. Ahora resulta que muchos no podemos ondear nuestra propia bandera porque sería hacer el caldo a ese hombre. Por esta vez pase, aunque me parece indecente que se toque así un símbolo nacional. Los políticos (si no todos, al menos los jefes) debieran tener la suficiente formación en ciencias humanas, o al menos el sentido común  bastante, como para ser conscientes de lo peligroso que resulta jugar con los símbolos colectivos.En fin, por otra parte, ya que esta vez me han maniatado (no es que yo cuelgue bandera en mi ventana en este día, pero tengo todo el derecho del mundo a hacerlo sin que por eso signifique que alguien se anote un tanto a mi costa), por lo menos que no me amordacen. Así que aquí, para celebrar nuestro viejo 12 de Octubre, dejo este poema de Cernuda y Serrat.

España, camisa blanca de mi esperanza,
reseca historia que nos abrasa
con acercarnos sólo a mirarla;
paloma buscando cielos más estrellados
donde entendernos sin destrozarnos,
donde sentarse y conversar.

España, camisa blanca de mi esperanza,
la negra pena nos atenaza,
la pena deja plomo en las alas.
Quisiera poner el hombro y pongo palabras
que casi siempre acaban en nada
cuando se enfrentan al ancho mar.

 España, camisa blanca de mi esperanza,
a veces madre y siempre madrastra,
navaja, barro, clavel, espada.
La muerte, siempre presente, nos acompaña
en nuestras cosas más cotidianas
y, al fin, nos hace a todos igual.

 España, camisa blanca de mi esperanza,
de fuera o dentro, dulce o amarga,
de olor a incienso, de cal y caña.
Quien puso el desasosiego en nuestras entrañas
nos hizo libres, pero sin alas,
nos dejó el hambre y se llevó el pan.

España, camisa blanca de mi esperanza,
aquí me tienes, nadie me manda,
quererte tanto me cuesta nada.
Nos hace siempre a tu imagen y semejanza,
lo bueno y malo que hay en tu estampa
de peregrina a ningún lugar.