Fatiga tanto andar sobre la arena

Descorazonadora de un desierto,

Tanto vivir en la ciudad de un puerto

Si el corazón de barcos no se llena.

Angustia tanto el son de la sirena

Oído siempre en un anclado huerto,

Tanto la campanada por el muerto

Que en el otoño y en la sangre suena