El lunes comienza a distribuirse Ab Urbe Condita, una novela colectiva en la que he tenido la satisfacción de ser uno de los eslabones que han conducido a su publicación. Sí, amigos, porque aún en estos tiempos de plaga se sigue trabajando; trabajo que, en no pocos casos, será siembra para cuando las cosas mejores.

Siendo, como he dicho, uno de los eslabones que han llevado a las librerías a este título, era lógico que escribiera unas palabras en mi blog ahora reanimado tras largo letargo. Pero el caso es que el anuncio de su publicación ha provocado cierto grado de confusión, en algunos casos porque ciertas personas han hecho interpretación errada de las informaciones y, en otros, porque nunca faltan quienes tratan de sembrar el caos esparciendo tonterías en las Redes Sociales. Así que vamos a aclarar unas cosas desde aquí.

De Ab Urbe Condita diré que es una obra colectiva que pretende, en forma de novela, recorrer la historia de Roma a través de diversas generaciones de la imaginaria familia Valeria (o que glosa a las generaciones de la familia Valeria a lo largo de la historia de Roma, según se mire). Nació de una idea de Manuel Martínez Peinado, miembro de Divulgadores de la Historia y, en seguida, el colectivo se puso manos a la obra para materializarlo. El propio Manuel, Federico Romero, fundador de DH, y Sergio Alejo se convirtieron en seleccionadores. Diversos miembros del colectivo se enfrascaron en la creación de los capítulos, se supervisó tanto la calidad formal, como la cuestión histórica, que no quedase ninguna etapa sin cubrir, que la longitud se ajustase a lo requerido, que todos entregasen a tiempo, etc. Una labor fatigosa pero necesaria, porque demasiadas obras colectivas quedan en vía muerta por el incumplimiento de algunos, para frustración de los que sí hicieron su parte.

¿Y yo que pinto aquí?

¿Y dónde entro yo? Pues en nada de eso. Solo cuando el libro estuvo acabado, revisado y corregido, me llegó la hora. Soy miembro originario de DH, pues estoy en él desde que el historiador Federico Romero fundase el colectivo. Y mi mundo es el literario. Así que yo ocupé de buscar editorial al volumen.

Pero bueno, las confusiones vienen de que en portada pone que es «Novela avalada por Divulgadores de la Historia». Y eso ha dado lugar a interpretaciones harto divertidas, que quisiera despejar aquí.

De entrada, No: eso de aval no significa que esto sea alguna especie de coedición rara entre Editorial Edaf y DH. DH no ha puesto un duro ni es partícipe de los gastos ni de los beneficios de la edición.

¿Aval? ¿Cómo avalas esta novela? ¿Con la casa?

Aval significa que este libro se ha escrito bajo la tutela de DH, que todos cuantos participaron tenían la garantía del colectivo de que saldría adelante y de que se haría lo imposible por publicarlo. Aval también significa que los miembros del colectivo harán cuanto esté en su mano, como bloggers, podcasters, autores, historiadores, etc., para contribuir a la difusión, así como a la organización de presentaciones en diversos puntos de España.

En esto también está Día de la Romanidad, de la que soy confundador y miembro de la Directiva (sí, amigos; en este asunto, estoy en todas las salsas). Día de la Romanidad apoya el libro y también se ha comprometido a difundirlo, promocionarlo y tenerlo presente en cuantos actos pueda organizar en el futuro (si es posible).

Es más. Día de la Romanidad (a partir de una sugerencia de un servidor) sugirió que los royalties se destinasen a financiar a las organizaciones que luchan por la preservación de esa joya de nuestro patrimonio romano que es el Puente de Alcántara, tan abandonado por las autoridades nacionales y autonómicas. Ese dinero, poco o mucho, irá a esa causa tan noble.

De nuevo, ¿yo qué pinto aquí?

Volviendo a mí, he evitado decir que hice de agente del libro porque, visto lo visto, no faltará quien salga a decir que me he lucrado con un porcentaje. Pues no, yo no saco un denario de esto, como no lo sacan los seleccionadores, supervisores, correctores y, por supuesto, los esforzados autores. ¿Queda claro? Digamos que yo he hecho de mediador.

Por último, por daros una primicia, quiero señalar, sin violar la confidencialidad del contrato, que Editorial Edaf, a su vez, dado que los royalties se destinan a la causa solidaria con el Puente de Alcántara, decidió unilateralmente aumentar el porcentaje de tales royalties respecto a lo que normalmente se paga. ¿Cuánto? Ah, eso ya no puedo decirlo sin vulnerar la confidencialidad. Y, amigos míos, en el mundo real, al revés que en las Redes Sociales, vulnerar los acuerdos y contratos, suele tener consecuencias muy reales y nada positivas.

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Sobre la novela Ad Urbe Condita
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El lunes comienza a distribuirse Ad Urbe Condita, una novela colectiva en la que he tenido la satisfacción de ser uno de los eslabones que han conducido a su publicación. Sí, amigos, porque aún en estos tiempos de plaga se sigue trabajando; trabajo que, en no pocos casos, será siembra para cuando las cosas mejores.
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