Las islas sin nombre
El oficio de escritor, a veces, conlleva servidumbres que desde fuera ni imagináis…
Un interesante sub-subgénero del periodismo lo forman esos artículos en los que se habla de las miserias de los escritores: que si este era un borracho, aquel un usurero, el de más allá, en cuanto había hembra cerca, tenía dedos tan largos que haría las envidias de...
El regreso de los libros de fondo
El trasvase acelerado a Internet de las compras de libros, no solo tiene efectos sobre las librerías, sino también sobre los ritmos de venta de los propios libros
Libros abandonados en la acera
Regresaba yo ayer a casa y, no por primera vez, me encontré con libros en la calle. Al menos esta vez no estaban tirados por el suelo, como me ocurrió hace unos meses con toda la edición de La guerra del Peloponeso, en edición de Gredos y, para más inri, con los...
Sobre la novela Ab Urbe Condita
El lunes comienza a distribuirse Ad Urbe Condita, una novela colectiva en la que he tenido la satisfacción de ser uno de los eslabones que han conducido a su publicación.
Una nueva mudanza
Toca hacer una nueva mudanza para este blog personal, Las islas sin nombre, y, aunque debe ser el cuarto por lo menos, en esta ocasión es bastante drástico. Arrancó hace casi 15 años ya, en unas condiciones bien distintas, cuando el papel que luego iban a jugar las...
El amor cortés
Uno de los problemas que me está dando mi nueva novela, que la hace ardua de trabajar, es que no soy capaz de empatizar con los practicantes del amor cortes —el buen amor, en realidad, porque lo del amor cortés, por muy exitoso que sea el término, es una definición...