Ahí está, una de las puertas de esa muralla medieval que tanto gusta a los turistas que acuden a Ávila. Dentro se conserva todo un casco antiguo que hace las delicias de los visitantes. Pero parece que el pasado aún se ancla más de lo que podríamos creer. Fijaos si no en esa figura acurrucada en la puerta, pidiendo. Claro que más que medieval, la estampa sería renacentista. Porque esa no es la imagen de un menesteroso, sino de un pícaro, pícara en este caso, uno de tantos falsos mendigos que tanto abundan por España, como en el Siglo de Oro.

            Los antiguos chinos daban una mano de palos a los falsos pordioseros que pillaban. Habrá quienes lo consideren un castigo muy duro, pero lo cierto es que una actividad así, lejos de ser una pillería menor, torpedea lo que siempre ha sido el mecanismo final de solidaridad entre las gentes: la limosna. Cuando hay plaga de pedigüeños profesionales, y desde hace años es el caso, uno se retrae de dar.

            En fin, por lo menos esta vez les he sacado yo un poco de jugo, y sin pagarles nada. Así que aquí os dejo lo dicho, una estampa de la Puerta del Alcázar, con pedigüeña agazapada bajo los arcos y todo.