Primera Guerra MundialHay quienes explican la I Guerra Mundial de la siguiente manera: empezó como un conflicto más entre las distintas potencias europeas de comienzos del siglo XX. Debía haberse librado durante un tiempo determinado y, al acabar, las fronteras y las áreas de influencia habrían variado a favor del bando ganador. Pero los contendientes no contaban con el enorme poder destructivo que les daba la evolución del armamento convencional, así como el de nuevo cuño (aviación, gases, submarinos). Cada uno usó toda esa parafernalia mortífera con entusiasmos, considerando la ventaja que les daba y sin contar con que el de enfrente disponía de una tormentaria similar.

Así, pasado el primer mes de combates, cada bando acumulaba cientos de miles de muertos. Y ya no hubo forma de parar eso. Cuando la guerra acabó, el II Reich Alemán estaba fragmentado, el Imperio Austrohúngaro disuelto, el Imperio Ruso caído… y el mundo había cambiado para siempre. Por ejemplo, la flota mercante, que hasta ese momento eran los hermosos veleros de cinco y seis palos, sucesores de los clippers, se había ido al fondo, por obra y gracia de la artillería naval y los torpedos.

ZapataDe igual manera, la aparición de la Red, la Nube, la Web 2.0, las Redes Sociales… fue saludada con gran entusiasmo por políticos, empresarios, mediáticos y celebridades, así como gurús de todo tipo y aspirantes a serlo. Todo eso, la multiplicación de canales de comunicación era una oportunidad de oro para expresarse, darse a conocer y, en algunos casos, para demoler al contrario o a la competencia.

Ellos, como las potencias europeas en vísperas de la guerra del 14, se encandilaron con las ventajas y estuvieron ciegos a los peligros.

Hoy, podemos decir que la Web 2.0, las RRSS y demás, han acabado con la carrera de más políticos que algunas revoluciones del siglo XX. E igual podríamos decir de no pocos famosos y famosetes, y más de un cargo empresarial imprudente. Y todos ellos caídos por su propia culpa. Por no saber calibrar el impacto de usar todo esto.

Aquí en España tenemos «muertos y heridos» por esta causa para aburrir. Y casi no hay día que alguien no se pegue todavía un tiro en el pie. Concejales, diputados, cargos públicos de todo tipo que, por calentárseles los dedos, han tenido que dimitir o han quedado tocados políticamente. Y a otros muchos les ha ocurrido lo mismo, o han acabado en la cárcel, porque alguien les grabó fanfarroneando de sus cohechos. Ahí está el caso famoso del «volquete de putas» del ex consejero Granados, o los «judíos en el cenicero» del concejal Zapata, por poner un ejemplo de cada caso.

Son tantas las bajas que por eso he titulado a esta entrada Guerra Mundial M, M de Mediática. Porque sigue y parece que seguirá. Porque, al parecer, a la gente no le entra en la cabeza que cualquier canal o herramienta de comunicación en este mundo nuevo e hiperconectado tiene dos filos. Y ese segundo filo siega con facilidad los dedos, o el cuello, de los imprudentes.

Los tweets sirven para ganar popularidad, para difundir mensajes… y a tus enemigos les sirven para dejarte a la altura del betún justo cuando creías rozar el triunfo. Dispones de cientos de medios a los que hacer declaraciones… pero ahí queda cualquier inconsistencia, cualquier cambio de actitud, cualquier dijedigoperodigodiego. Ahí está Youtube, para dejar colgado tu mensaje… y también es el lugar donde pueden colgar cualquier ocurrencia pasada tuya.

Los trabalenguas absurdos de Rajoy, las animaladas que soltaba Pablo Iglesias tiempo atrás, las grabaciones obscenas de los implicados en la Gürtel y demás tramas mafiosas, los cambios en 180º de las posturas políticas. Todo queda y causa daños. Y aquí, en esta guerra, los generales no están a salvo. Tampoco los reyes.

En la antigüedad clásica, existía un calzado llamado coturno. Los coturnos eran zapatos de suela muy alta. Los usaban los actores para parecer más altos y los nobles para caminar por las calles y no pisar la inmundicia que cubría los suelos. Pero ahora, no es tan sencillo parecer tan alto o evitar la mierda, sobre todo si anda por medio la Web 2.0.

[youtube https://www.youtube.com/watch?v=DiKih8Oufn0] Que no es tan fácil usar las ventajas de nuestros días para parecer más alto, en el sentido de elevado, por encima de, lo descubrió hace no tanto la actriz Maribel Verdú cuando, en la entrega de los premios Goya, se lanzó a un virtuoso alegato contra la codicia y el engaño de los bancos que a tantas familias ha arruinado. Y las redes no tardaron en llenarse de recordatorios de cómo ella hizo en su día anuncios para esos mismos bancos, metiendo por los ojos al espectador esos mismos productos que luego arruinaron a esas familias.

En cuanto a la mierda… La mierda le ha saltado hasta las orejas, esta misma semana, a la reina Leticia. Nada menos que la familia real, que son ejemplo perfecto de que en este país hay intocables, o casi. Y no intocables en el sentido de los parias de la India, desde luego.

El caso es que se han filtrado una serie de mensajes cambiados entre los reyes y un personaje que podría dar para una novela muy negra a juzgar por la cantidad de delitos por la que le están investigando las autoridades: corrupción política y económica, acoso sexual, intento de asesinato a través de sicarios… Al parecer los reyes fueron íntimos de esta joya de hombre, aunque hace tiempo que largaron lastre. Pero ahí quedan los mensajes que cambiaron en su día.

LetiY esos mensajes no dejan en buen lugar a la reina. En uno, el que ha tenido resonancia, le muestra su apoyo y tilda a La otra crónica, de El Mundo, que fue el medio que aireaba las miserias del político en cuestión (Javier López Madrid), de mierda. Literalmente. Y ahora salen los mensajes es la mierda la que le salta a ella a la cara. Metafóricamente.

Con acierto, el director de LOC, acepta que son mensajes privados. Es cierto. Pero ya nada es del todo privado, y menos cuando se trata de personas públicas y usan las nuevas tecnologías. Han bastado unas frases tecleadas en un móvil para dejar tocada la imagen guay de los reyes, fabricada con esmero y destinada a sustituir la imagen campechana del anterior rey, ya un poco anticuada.

Lo dicho. Vivimos una verdadera Guerra Mundial M. Todos los días hay nuevas bajas. Muchas se deben a que hay demasiados que siguen sin enterarse y se exponen sin tomar precauciones. Pero los hay que, pese a la cautela, también salen dañados. Excepto aquellos que huyen al monte y reniegan de las nuevas tecnologías, nadie está a salvo. Cualquiera puede ser el siguiente en ser alcanzado.