Ayer, comentaba uno en el gimnasio:

-Yo, en cuanto puedo, me subo a la sierra. Buenas botas, bastón. Un mapa, brújula. Mi lata de sardinas y un cacho de pan. Una chocolatina, por si me da la pájara. Sí, sólo. Estoy a gusto y no necesito más.

Se me ocurrió que ese hombre iba a ser feliz más veces que la mayoría de nosotros.